El objetivo de toda empresa es mantenerse en el mercado con el 100% de su actividad, pero esto no siempre es posible. En tiempos difíciles es necesario tomar decisiones que permitan a la compañía seguir adelante, aunque no resulte sencillo. En un post anterior hablábamos de los planes de crisis en tiempos de COVID 19, el primer paso para afrontar una coyuntura como la actual. Sin embargo, la situación ideal en ocasiones no puede materializarse, y se impone la búsqueda de otras soluciones. Una vía de salida puede ser el ERE, siglas de expediente de regulación de empleo. Se trata de un instrumento jurídico que permite a las empresas optar por el despido de una parte de la plantilla de manera legal. En este post analizamos qué ocurre cuando se opta por un ERE.

¿En qué se concreta la indemnización por despido?

La legislación laboral en España contempla todos los escenarios posibles, para tratar de proteger tanto los derechos de los trabajadores como los intereses de la patronal. En los próximos meses, se prevé que algunos de los ERTEs que se promovieron al inicio de la pandemia se transformen en EREs. La diferencia es sustancial, pues supondría el paso de un procedimiento temporal a uno definitivo. Se habla de un ERE de extinción cuando se pone fin a la relación laboral existente entre trabajador y empresa. Si en otras circunstancias puede darse pie a litigios e impugnaciones, en la actual situación es menos probable que esto ocurra, dado que es público y notorio el bajón en la economía. Sin embargo, se abren una serie de interrogantes en los departamentos de Recursos Humanos. ¿Qué indemnización corresponde recibir a los trabajadores? ¿Cómo puede afectar esto a la compañía? A continuación, damos respuesta a estos interrogantes.

Indemnización de 20 días por año trabajado

Esto es lo que marca la ley que regula los EREs. La medida supone un ahorro para la compañía frente a lo implicaría que se considerara despido improcedente. En este último caso la indemnización sería entre los 33 y los 45 días por año trabajado. ¿Dónde radica la diferencia entre una denominación y otra? Fundamentalmente, el factor diferenciador está en la calificación del despido. El ERE supone un balón de oxígeno para la compañía, que cuando recurre a esta solución es para tratar de superar el bache económico con ciertas garantías de futuro. Aunque resulte doloroso, prescindir de una parte de la plantilla puede ser un paso necesario para mantener a flote la empresa. Cuanto más justificado esté el hacer un ERE, más improbable es que sea impugnado legalmente, o que prospere dicha impugnación, en caso de darse. En este sentido, la coyuntura económica en la que nos encontramos avala sobradamente la decisión.
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