Sí, la pandemia ha cambiado la forma en que vivimos nuestras vidas, pero también nos ha dado la oportunidad de repensar cómo trabajamos; las viejas formas de trabajar están obsoletas. Es por ello que la propuesta de una jornada laboral reducida a 35 horas semanales, en el marco del proyecto estratégico ‘España 2050 presentado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado mes de mayo, ha adquirido una nueva importancia en los últimos meses.

El documento, de más de 600 páginas y elaborado bajo la dirección de la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de Moncloa, incluye nueve reformas país clave y 50 objetivos principales para las próximas décadas. Es en su objetivo número 43 donde el informe recoge la necesidad de “reducir progresivamente el número de horas trabajadas a la semana hasta situarlo en niveles similares a los de la UE-8”. Esto es, situarse en las 35 horas semanales

Pero, ¿es posible implantar esta jornada laboral reducida en España?

En España, la determinación de la duración de la jornada máxima semanal está en manos de los convenios colectivos. La mayoría de ellos son fieles a lo que determina la ley en esta cuestión y se ciñen al máximo legal de 40 horas de trabajo a la semana. 

Comparándonos con nuestros vecinos europeos, lo cierto es que en España invertimos más horas en el trabajo que en otros países. La media de horas trabajadas en nuestro país a la semana se fija en unas 37,7 mientras que en los Países Bajos apenas supera las 32 y en Alemania llega a las 35. Esto implica que, en España, pasamos demasiado tiempo en el trabajo.

Uno de los principales problemas para la implantación de la jornada de 35 horas semanales es que muchas empresas aún desconfían del supuesto aumento de la productividad. Pero la realidad nos demuestra que esto no es así: cuantas más horas se trabaja, más cansado se está y por tanto, se rinde menos. De hecho, la compañía Microsoft Japón realizó, en verano de 2019, una prueba de reducción de jornada, concretamente, los empleados acudieron a la oficina cuatro días a la semana. ¿Cuál fue el impacto en su rendimiento? Un triunfo: hubo un repunte de la productividad del 40%.

En el caso español, en el año 2008, la compañía Iberdrola acordó con su plantilla universalizar la jornada intensiva. Trece años después, los datos hablan por sí solos: han reducido en un 20% el absentismo y un 15% los accidentes laborales. Ni rastro de la pérdida de productividad.

Cabe destacar que sí es cierto que hay trabajos, como es el caso de la hostelería o servicios y atención al cliente, donde la productividad sería más difícil de mantener con la reducción de jornada, y que no todos los tipos de empresas pueden reducir la jornada dada la naturaleza de su negocio. Pero incluso en estos casos, hay que ir pensando en maneras más flexibles de trabajo de cara al futuro.

¿Qué beneficios podría tener esta medida?

Apostar por una jornada laboral de 35 horas permitiría, como se ha visto anteriormente, aumentar la productividad, la rentabilidad y reducir el absentismo. Debemos sumar, además, los efectos que produciría en el bienestar de los empleados puesto que mejoraría el equilibrio entre la vida laboral y la vida familiar. 

En definitiva, trabajar menos horas permitiría a los empleados invertir más tiempo en ocio y descanso, reforzando su salud y felicidad, así como poder vivir de una forma más sostenible, ya que con menos días de trabajo se generan menos desplazamientos y, por tanto, menos contaminación.

Un reto de futuro

Está claro que no se trata de un debate cerrado. Limitar a 35 horas las horas de trabajo tiene beneficios pero también inconvenientes y el acuerdo sobre un tema tan controvertido puede llegar a ser muy complicado. Esta medida está pensada para áreas o departamentos de la empresa cuya actividad es más flexible y autónoma. Pero eso no quita que haya que introducir incentivos en las empresas y ganar en flexibilidad para que, en función del sector, incorporen mejoras en la jornada laboral. 

Aunque todavía habrá que esperar para comprobar si de verdad este modelo será útil en España, por el momento, el caso de éxito de Iberdrola nos anima a pensar que sí hay alternativa para conseguir la conciliación laboral y aumentar la productividad con la reducción de jornada a 35 horas semanales. 

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